Muchas de las historias que conocemos actualmente provienen de las eras prehispánicas, cuando los colonizadores llegaron a tierras indígenas a esclavizar su pueblo, pero al final ambas razas terminaron mezclándose dejando como fruto a nuestra población.
En esa época colonial ocurrieron cientos de sucesos que aún hoy son muy recordados, tanto en América Latina como en todo el mundo, por lo que si te interesa conocer algunas de estas leyendas indígenas, te invitamos a leer el artículo hasta el final para que te enteres de todo. ¡Échales un vistazo!
Leyendas Indígenas mexicanas
Como ya se sabe, México es uno de los países con más leyendas a nivel mundial, tales como La Llorona, el coco, el charro negro, el callejón del beso y más, hacen a esta nación ser una de las más ricas en historia y cultura.
Si quieres conocer algunas de las más resaltantes leyendas en México. ¡Continúa leyendo!
El niño horticultor
Cuenta la leyenda la historia de un niño que lloraba mucho, y de su madre. Desde que lo tuvo, este pequeño no paraba de llorar, se le ofrecía comida, leche, mimos y no detuvo su llanto, por lo que a la madre solo le quedaba pensar que su hijo moriría o que estaba muy enfermo, por lo que decidió llamar a una mujer de la iglesia.
Mandó a su comadre a llamarla, la iglesia quedaba muy lejos de la casa de la mujer, por lo que por cada segundo que la comadre se tardara, aumentaba la preocupación de la madre. Por fin llegó la mujer a la casa, y le dijo que había que darle de comer solo pulque, ya que ese era el significado del maguey marcado en su cuerpo que la madre no había notado.
Que le diera de comer solo pulque hasta que llegara a los 7 años; en todo este tiempo que se le dio de comer pulque, el niño no volvió a llorar. Creció y a los 7 años como era de esperarse volvió la mujer de la iglesia, y revisó el cuerpo del niño.
Ahora tenía marcadas frutas por todo su cuerpo, lo que significaba que el niño solo debía comer frutas de allí en adelante, además de agregar que en la mano tenía marcada una mazorca y una calabaza, que significaba que en el futuro el niño iba a ser un gran trabajador agricultor.
El niño creció y se volvió uno de los mejores tratando con plantíos y árboles frutales, con el tiempo fue llamado “el niño horticultor” y no había siembra que no estuviese bien formada gracias a este muchacho. ¡Que gran historia!
La leyenda del Perro y Kakasbal
Esta es una de las leyendas que más dejan reflexión sobre la fidelidad de los animales ante la de los humanos. Se trata sobre un perro que siempre era maltratado por su dueño, sin razón alguna llegaba molesto de las afueras y le gritaba, golpeaba y torturaba al pobre perro, sin embargo, este le seguía mostrando mucha fidelidad.
El trato de su dueño era la excusa perfecta del demonio Kakasbal para llevarse el alma del perrito, por lo que un día que su dueño no se encontraba decidió acercársele y hacerle la oferta:
- Oye perrito, ¿Por qué estás tan triste? – Dijo Kakasbal.
- Mi amo me maltrata mucho, y no puedo hacer nada. – Respondió el can
- ¿Y por qué no haces nada?
- Él es mi amo, y debo serle fiel hasta el final
- ¿Te puedo ayudar en algo? – Le preguntó el demonio
- No, gracias – Respondió de nuevo el perro sin nada más que agregar.
El demonio le insistió un buen rato al perro para darle su ayuda, y al final este decidió “aceptar” su propuesta, esta era vender su alma al demonio a cambio de un hueso por cada pelo que tuviera en su cuerpo. Kakasbal comenzó a contar, pero el perrito se agitaba diciendo que era por las pulgas.
A la final Kakasbal se rindió y quedó engañado por el perro, por lo que decidió nunca más hacer negocios con animales, solo con personas que son más fáciles de engañar.
La leyenda del Sol y la luna
Esta leyenda se sitúa en la antigua ciudad de Teotihuacán, donde los dioses se reunieron para concretar quien haría de sol y quién de luna. Se ofrecieron dos dioses; uno era fuerte, atractivo y grande, y el otro era pequeño, poco conocido y con valor.
Los dioses crearon una hoguera para que saltaran y al quemarse sus cuerpos, se transformaran en la estrella enorme y el satélite de la tierra. El grande y fuerte dudó si saltar o no, por lo que uno de los dioses lo empujó para que se sacrificase a la fuerza, mientras que el pequeño saltó de inmediato con mucho coraje.
Los papeles cambiaron, ahora el sol sería el pequeño Dios lleno de valor, y la luna sería el fuerte, ya no tan atractivo y temeroso Dios, que se dice que los cráteres significan castigos por querer incumplir su tarea. ¡Cuéntasela a tus amigos!
Leyendas indígenas cortas
La leyenda del maíz
Esta leyenda se trata sobre los tiempos cuando los aztecas solo comían raíces y animales que estos cazaban, el maíz se encontraba muy lejos, estaba más allá de las montañas rocosas y altas que rodeaban su ciudad, haciéndolo un alimento casi inalcanzable.
Los sacerdotes aztecas decidieron pedir ayuda al Dios Quetzalcóatl, que muy inteligente se transformó en una hormiga muy pequeña, y logró cruzar las montañas por una grieta que se encontraba en el suero.
El Dios logró llegar a los maizales, donde tomó solo un grano de maíz, y lo llevó devuelta al pueblo. Desde allí, en el pueblo de los aztecas se comenzó plantar maíz y así tenían otra manera de alimentarse gracias a Dios Quetzalcóatl.
La leyenda de la Yerba mate
De origen paraguayo, en las cultura guaraníes se originó la historia de la creación de la Yerba mate, una planta muy conocida y utilizada hoy en día por muchas personas. Se dice que una noche, Yací y Araí bajaron a la tierra para pasear en forma de personas (Yací era la luna y Araí una nube), cuando de repente un depredador saca sus garras y se prepara para atacar.
Las chicas estaban muy asustadas, pero de repente una flecha atraviesa al animal depredador, resulta que un cazador logró impedir la muerte de las chicas, y amablemente saludó y se fue a su casa. Durante la noche, el cazador soñó con Yací y Araí, quienes le agradecían por salvarlas y le regalaron la primera Yerba mate de todo el mundo.
El hombre la preparó al siguiente día, y la compartió con todos sus amigos para que disfrutaran de sus magníficas propiedades. ¡Compartir es vida!
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