Un lugar de donde provienen un buen número de leyendas interesantes que te podrían gustar es de las tierras de Durango. Su gente se ha encargado de mantener estas leyendas circulando por muchas generaciones, y ahora te toca conocer algunas a ti.
Entérate de algunos de los muchos relatos que guarda la gente de Durango aquí, y conocerás más sobre este maravilloso lugar de México. ¡Veamos!
Leyendas de Durango cortas
Aquí van algunos de los relatos más cortos que tiene la gente de Durango para contarte, pero que en realidad son bastante entretenidos para contar con tus amigos y familia, por lo que te invitamos a conocerlos:
El Hombre sin cabeza
Tal vez esta sea una de las historias más conocidas y distorsionadas por las zonas del mundo proveniente de Durango, ya que de seguro has escuchado hablar alguna vez del famoso “Hombre Sin Cabeza” en una que otra historia de terror.
La leyenda original tiene lugar en los rieles del ferrocarril de Nazareno, Durango; donde un hombre trabajador de esa zona decidió una noche salir a beberse unas cañas con sus compañeros, y que al salir, el hombre ya ebrio quedó totalmente dormido en uno de los rieles del ferrocarril, dejando su cabeza recostada justo donde pasarían en la mañana las ruedas del tren.
Justo en la mañana, se dice que el conductor del tren logró ver al hombre recostado en las vías mientras que su tren iba a toda velocidad, este intentó detenerlo, pero ya era demasiado tarde por lo que con las ruedas del transporte, le cortó la cabeza al borracho durmiente en el camino.
Cuenta la leyenda que el hombre se puede ver por las noches deambulando por estas vías, caminando sin cabeza, estando esta en sus manos.
Arturo Lugo, el músico del Diablo
Arturo era un hombre amante de la música, vivía de dar orquestas lo que lo hizo muy popular en su ciudad. Una noche un extraño hombre tocó su puerta, tenía en sus manos un saco de monedas de oro, por lo que venía a ofrecérselas si tocaba en su fiesta al día siguiente, a lo que Arturo accedió.
Al día siguiente, Lugo reunió a su orquesta para tocar en la fiesta del extraño hombre, para que dentro de un rato de haber comenzado el festejo, un invitado se acercara a este y le dijera que se encontraba en uno de los bailes de condenados al infierno, preparado por el mismísimo Satanás.
Sorpresiva y desesperadamente, la orquesta salió corriendo del lugar sin dar explicación, para luego desintegrarse; se dice que Arturo Lugo tuvo su lugar de muerte en las ruinas de este lugar.
El nahual
Una muy buena historia para contar a tus niños es la del nahual, unos míticos seres que salen en las noches en busca de los niños de mal comportamiento.
Se dice que estas criaturas tienen aspecto de animales grandes con orejas de duende (según la historia de Durango, en otros lugares puede que tengan otra apariencia), que secuestran niños que se portan mal para comérselos con sus compañeros una vez al mes.
La monja de la Catedral
Cuenta la leyenda que en la cima de la Catedral de la Victoria en Durango, se puede observar una silueta de una mujer monja observando al horizonte en espera de algo, ya conocerás su verdadera espera.
En tiempos de guerra, el hogar de Beatriz era dicha catedral, hasta un día poco común que fue enviada a un convento, donde conoció el amor en un soldado llamado Fernando; Beatriz y su hombre se amaban mucho, hasta que como todo soldado, Fernando tenía que irse a una de sus peligrosas misiones, pero le había prometido a su amada volver para casarse y comenzar una vida juntos.
La monja enamorada decidió esperar el regreso de su soldado, que lamentablemente nunca sucedió por una razón desconocida. Se dice que todas las tardes, Beatriz subía a la cima de la catedral a mirar el horizonte en espera de su amado soldado, que nunca volvió, y que hasta el día de hoy, varias personas afirman poder ver a la sombra de Beatriz esperando por su hombre.
Leyendas de Durango completas
La Enfermera ángel
Se dice que a finales del siglo XX, había una enfermera llamada Marta, a quien le tocó quedarse toda la noche cuidando a los enfermos del hospital, ya que las demás enfermeras tenían otras ocupaciones.
En la noche, mientras que estaba trabajando; Marta vio a otra enfermera caminando por el pasillo y fue a pedirle un poco de ayuda con el trabajo, quien estaba de acuerdo con darle su apoyo. A la mañana siguiente, la supervisora se acercó a Marta y la felicitó por su trabajo, la enfermera le fue sincera y le contó sobre la ayuda que había recibido de su compañera, quien iba caminando por el pasillo de nuevo.
Marta al acercarse para agradecerle por su ayuda a la misteriosa enfermera, y esta nada más le responde “No hay problema, soy un ángel que vino en busca de ayudarte”; luego de esto, la otra enfermera desapareció en el pasillo y nunca más se supo de ella.
Se dice que muchas de las enfermeras de los hospitales del mundo, son ángeles que buscan ayudar a los enfermos.
La celda de la muerte
En una de las cárceles de Durango, fue apresado un buen e inocente hombre que llevaba por nombre Juan, su captura fue a órdenes de su jefe, quien era dueño de una hacienda y lo mandó a la cárcel solo para deshacerse de él.
En la cárcel, existía una celda que no era igual a las demás, ya que quien pasara la noche en la obscura celda moriría sin ninguna razón. Los muertos en esta celda no tenían ningún rasgo de agresión o suicidio, por lo que la razón de las muertes en el cuarto eran un completo misterio, al menos hasta la llegada de Juan.
El jefe de la celda le tomó cierto afecto al prisionero, ya que este era humilde y daba a conocer que había sido encarcelado por error, por lo que el jefe para burlar la petición del haciendero que mandó preso al joven Juan, decidió darle una oportunidad dejándolo quedarse en la celda de la muerte, y averiguar qué era lo que producía estas muertes.
Al anochecer…
Juan accedió a quedarse allí, con varias cosas que le había pedido al jefe: seis velas y un banco. Comenzó la noche, por lo que Juan encendió la primera vela, y al ver que no sucedía nada decidió apagarla por un rato.
El hombre sintió una extraña presencia detrás de él, por lo que rápidamente encendió la vela y logró ver a un gran alacrán que lo asechaba, ¡Había descubierto la razón de las muertes!; al tiempo se le acabaron las velas, y envuelto en el miedo, rezaba porque este alacrán no lo matara.
Al siguiente día Juan seguía vivo, y como era de esperarse, fue liberado y gozó una vida feliz, sabiendo que había resuelto el misterio de La Celda de la Muerte.
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